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Charity and Justice in the Relations among Peoples and Nations Pontifical Academy of Social Sciences, Acta 13, Vatican City 2007 www.pass.va/content/dam/scienzesociali/pdf/acta13/acta13-betancur.pdf
Agradezco la invitación de nuestra Academia para hacer un breve
comentario, sobre el tema tratado por el Profesor Kissinger, más desde laexperiencia personal que desde los libros especializados, o sea más comoalguien que es testigo de la historia y que ha tenido el privilegio de mirar decerca el trabajo de quienes, desde la política mundial, han permitido eimpulsado la construcción de una nueva sociedad capaz de responder a losdesafíos del siglo XXI.
Estamos en el año en que se celebran los 40 años de la publicación de
la Encíclica Populorum Progressio de Su Santidad Paulo VI, sobre el temaque nos reúne en estas jornadas, Encíclica que ha llamado la atención delos estudiosos porque interrogó a todos y produjo decisiones que cambia-ron el rostro de la política.
El mundo de entonces vivía bajo el imperio la “guerra fría”. Los dirigen-
tes eran estadistas visionarios que no han encontrado todavía la justiprecia-ción que merecen. Bien se sabe que la historia paga y castiga con tardanza,pero una mirada retrospectiva no deja duda sobre la grandeza de aquellosestadistas, incluso de la de aquellos que a la sombra de los jefes de estadopensaban, trabajaban, imaginaban, tenían ideas para poner en marcha elcarro de los cambios.
Con nosotros han estado algunos de ellos, el Profesor Kissinger y el inol-
vidable Karol Wojtyla, Juan Pablo II; y muchos otros que las generaciones pos-teriores sacarán del olvido. Las personalidades que he mencionado, desdecuando estaban en posiciones de secundariedad, eran considerados insustitui-bles, porque tenían la sapiencia de saber señalar la ruta acertada del futuro.
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Por eso quiero unir la Carta Encíclica de Paulo VI, el libro Diplomacia
del Profesor Kissinger, el trabajo Persona y Acto de Wojtyla y Perestroika deGorbachov, porque reconozco en ellos la materia de la que esta hecha laparte fértil del camino que estamos recorriendo al inicio del siglo XXI. Yson esas las ideas que sirven de contrapunto a otras que se están abriendopaso y constituyen la otra orilla, que se desborda a menudo en el pragma-tismo y el relativismo denunciados por el actual Pontífice.
El tiempo que vivimos no es insólito. Se adivinaba que venía, que trae-
ría problemas casi insolubles. Se sabía que las ideologías se marchitarían;se sabía que las grandes elaboraciones doctrinales mostrarían la fragilidadde su contextura; se sabía que no basta predecir para superar las dificulta-des; pero sobretodo se sabía que los problemas concretos de las personas,no darían plazo cuando se levantara la voz de quienes guiarían la deman-da por respuestas urgentes.
Es frecuente oír que en 1968 el mundo cambió. Lo cierto es que desde
la reunión de Helsinki en los años 1974 y 1975, se escuchó la voz de quie-nes llamaron la atención sobre el futuro de la civilización. Fue la voz dequienes colocaron el imperativo de la caridad y de la justicia en las relacio-nes entre los pueblos y las naciones, como condición para ganarse la justi-cia. Es la misma voz de quienes identificaron amor con generosidad. Y sequedaron cortos quienes quisieron revivir la filantropía, hasta cuando lle-garon los que siguiendo el espíritu social cristiano – entre ellos Wojtyla –otorgaron a la solidaridad la expresión de la caridad, sin llegar a agotarlani a sustituirla.
La solidaridad y la justicia son las que hacen posible el reingreso de la
política en la temática del bien común, que dicta los lugares focales de lapolítica mundial.
Cuando se repasan las campañas políticas y los programas de los parti-
dos, se percibe claramente que lo fundamental está orientado a plantear lasatisfacción de las necesidades básicas que garantizan la supervivencia. Defensa de la vida – vale decir, seguridad –, alimentación, salud, vivienda,
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vestido; aquellas que conducen hacia la calidad de la vida, como son la edu-cación (con el componente de la capacitación) y el puesto de trabajo. Estos,mas los temas de la cooperación, la interdependencia y la justicia, y decómo se interprete el libreto de las relaciones internacionales, constituyenel corazón de la política.
Del Profesor Kissinger, por ejemplo, aprendemos que mientras no se
aleje el peligro de quienes trabajan con el delirio del terrorismo, no habrála paz necesaria para dedicarnos con ahínco a construir nuevas oportuni-dades. El peligro de una guerra fría de grandes proporciones y de orden asi-métrico, puede regresar. El bien común, la solidaridad y la justicia desapa-recen en lo sustancial, cuando las “guerras frías” adoptan la vestimenta dela supervivencia de las civilizaciones a las que hay que sacrificar la super-vivencia de los individuos.
De Wojtyla hay que rescatar en toda su dimensión, que la voluntad de
construir solidaridad es el antídoto esencial de un mundo que aspira a glo-balizarse.
Lo anterior indica que es preciso ir de la mano del Pontífice, quien quie-
re ayudar en la superación del “relativismo”, guiar en ese proceso como loha anunciado y lo está haciendo con el rescate de Populorum Progressio. Existe en el mundo político, entre los intelectuales de ayer y de hoy, la nece-saria madurez para comprenderla, para no reaccionar precipitadamenterepitiendo que el Papa ha tomado un camino arduo pero no equivocado.
Este mundo “globalizado” o al menos en proceso de estarlo, compren-
de que el aumento de la pobreza, de los analfabetas funcionales, la margi-nación, la exclusión, el peso de las migraciones externas e internas que semueven como un nuevo nomadismo; la destrucción del ambiente, las vaci-laciones sobre el clima, el agua, sobre el destino de la tierra; el consumis-mo, el hedonismo y unos valores que han perdido su fuerza congregante,está maduro para asumir por miedo a perecer, las enseñanzas de aquellaEncíclica celebrada pero olvidada.
El sociólogo francés Alain Touraine se preguntaba recientemente,
“¿Podremos vivir juntos?”. Eso solo será posible cuando la solidaridad y lajusticia reinen en las relaciones entre los pueblos. Se trata de establecer denuevo prioridades y una escala entre ellas, que nos lleven a cumplir prime-ro con lo que es imperativo realizar.
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Una obra de Naciones Unidas de hace varias décadas, planteaba el pro-
blema del desarrollo sostenible y hablaba de nuestro futuro común, conuna convicción que hoy nadie niega. Estamos en la misma barca o en lamisma nave espacial; es preciso recordar que en el mundo de hoy es insu-ficiente no hacerle el mal a nadie, porque existe la obligación de hacer elbien a todos aquellos que tienen necesidad de avanzar hacia formas masciertas de supervivencia. Es preciso entender que en política también encuanto a la justicia y la solidaridad entre personas y pueblos, los pecadosde omisión a menudo son más graves que los de acción. Populorum Progressio llega de nuevo con toda su fuerza, para indicar
que los caminos de la globalización, conducirán a la destrucción si no vanacompañados de valores, de nuevas formas de ayuda al prójimo y entre lasnaciones. Por ello es preciso derrotar el relativismo, más aún, abrirles elcamino a formas concretas de cooperación entre las naciones, es cierto,pero básicamente en el orden internacional. Más caridad y más justicia –oportunas – son el único método preventivo para, conservando y acrecen-tando la paz, darle oportunidad real al desarrollo.
El tema de la caridad y la justicia en las relaciones internacionales ha
sido siempre importante, pero ahora adquiere un significado mayor, dadala creciente interdependencia entre las naciones y dados los avances delproceso de. globalización. Su Santidad el Papa Juan Pablo II en la Encícli-ca Centesimus Annus de 1991, hizo un llamado a la comunidad internacio-nal para buscar mejor distribución de los beneficios de la globalización. Porsu parte, el Papa Benedicto XVI ha preparado otra importante Encíclica,Deus Caritas Est, que tiene certeras implicaciones sobre el terna para el cualhemos sido convocados, el cual adquiere rango más significativo con lasreflexiones de personalidades tan relievantes en el mundo actual, como losseñores Gorbachov y Kissinger.
Una de las preguntas básicas que se nos han formulado, es la relaciona-
da con la necesidad de impulsar una alianza general a fin de alcanzar lacaridad y la justicia en un mundo globalizado. Pienso que una forma par-cial de responder este interrogante, es la de examinar en qué medida Lasmetas de desarrollo del Milenio se están cumpliendo y qué pasos adicionalesse requerirían para garantizar que en el año 2015 los resultados sean posi-tivos y satisfactorios. Este es buen momento para reflexionar sobre el tema,
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ya que hemos recorrido la mitad del camino entre el año 2000 cuando seformularon las metas y el año 2015. Haré referencia especial a AméricaLatina que es la región que conozco mejor.
La formulación de las metas ha concentrado la atención de la comuni-
dad internacional sobre problemas críticos de la humanidad como lapobreza extrema, el hambre, el acceso a los servicios públicos, la salud y eldesarrollo sostenible. Estas metas están basadas, como antes dije, en prin-cipios morales consistentes con la doctrina social de la Iglesia. Las metasson concretas y su grado de cumplimiento puede ponderarse mediante eluso de indicadores cuantitativos.
¿Qué puede afirmarse sobre los avances en el cumplimiento de las
La globalización ha permitido a cientos de millones de personas salir de
la pobreza extrema en los últimos 25 años. No obstante, en los países deAfrica al sur del Sahara y en varios países de América Latina, el progresoha estado por debajo de las expectativas. Una alta tasa de crecimiento y unbuen manejo de las políticas macroeconómicas, constituyen condicionesnecesarias pero no suficientes para el logro de un proceso acelerado dereducción de la pobreza. Se requieren, además, programas de inversiónsocial que lleven beneficios a los grupos más vulnerables, y no como dádi-vas paternalistas sino como un imperativo histórico y aún como requisitopara una buena cuenta de resultados.
Permítanme una referencia al caso de Colombia. En los últimos 4 años
mi país logró reducir la tasa de pobreza extrema del 22% de la poblacióntotal (42.5 millones de habitantes) al 12%. Este un logro elocuente ha sidoposible gracias a la aceleración del crecimiento económico, en un contextode estabilidad de precios; y a programas sociales bien estructurados, comoel de familias en acción, en el cual el estado está aportando recursos a ungran número de familias con problemas de desnutrición y con dificultadesde acceso a la educación.
Chile es otro país que muestra resultados interesantes y el propio Brasil
ha avanzado en programas sociales bien estructurados y bien focalizados.
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En el Africa se registran casos de economías dinámicas, pero varios paí-
ses todavía se encuentran lejos de cumplir con las metas.
Si se cumplen las metas del milenio, más de 500 millones personas habrán
salido de la pobreza extrema entre el año 2000 y el año 2015. Al mismo tiem-po, cientos de millones de personas podrán pasar el día sin sentir hambre.
Según lo han señalado analistas como el Profesor Jeffrey Sachs, el mun-
do cuenta con los recursos financieros y los conocimientos técnicos paracumplir estas metas. Lo que hace falta es mayor solidaridad de la comuni-dad internacional (varios países no están cumpliendo con el compromisode transferir el 0.7% de su PIB como ayuda externa) y mejores esquemas degobernabilidad. Todavía hay países que no han adoptado de manera efecti-va la lucha contra la pobreza en sus estrategias de desarrollo; otros seenfrentan a conflictos internos y a graves problemas de corrupción. Lamovilización de recursos a nivel interno y externo, es un gran reto. En estecontexto los conceptos de equidad y justicia de que habla el Papa Benedic-to XVI, tienen un profundo significado.
La inversión en capital humano es fundamental para llevar una vida
digna y para permitir a millones de personas su participación en una eco-nomía globalizada, en la cual el conocimiento tiene cada vez más impor-tancia. Se registra un progreso significativo en la universalización del acce-so a la educación primaria, aun cuando en el sur del Asia y en los paísesafricanos al sur del Sahara, todavía hay un largo camino por recorrer. Exis-te también un grave problema con la calidad de la educación, ya que enmuchos países la formación de los maestros es deficiente y la utilización denuevos métodos de enseñanza y de tecnologías informáticas es todavía muylimitada. En el caso de América Latina la educación primaria se ha venidoreforzando; pero hay que trabajar más en la educación secundaria y en laeducación superior.
Se requiere una gran alianza entre los sectores público, privado y
académico, para superar estos retos. Se necesitan marcos jurídicos esta-bles y títulos de propiedad. El economista peruano Hernando de Soto haencontrado que los pobres en muchos países, no tienen acceso al crédi-to por falta de títulos y esto no les permite desarrollar su capacidadempresarial. En el campo del microcrédito hay experiencias muy valio-sas como lo ha venido mostrando el Profesor Muhammed Yunus, PremioNobel de la Paz.
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Muchos de los pobres en el mundo están vinculados al sector agrícola.
Ellos requieren asistencia técnica, educación, acceso al crédito y obras deinfraestructura física y social. Entidades como el Banco Mundial estánampliando sus programas en este frente vital de la lucha contra la pobreza;pero se requiere mayor apoyo de la comunidad internacional incluyendo laliberalización de los mercados agrícolas mundiales. Estados Unidos, laUnión Europea y Japón siguen aplicando aranceles y subsidiando a susagricultores, lo cual causa grandes distorsiones en los mercados y restringeel acceso de los productos de los países en desarrollo.
Las enfermedades tropicales y enfermedades como la malaria y el sida,
han movilizado grandes recursos de la comunidad internacional. Se regis-tran actos filantrópicos de vasto alcance, como los impulsados por la Fun-dación Bill Gates. Todo esto es muy positivo pero hay que tener en cuentaque los países deben invertir más en la formación de médicos y en la dota-ción de centros de salud y de hospitales. Como lo señala Laurie Garrett enla Revista Foreign Affairs (Enero/Febrero 2007) falta coordinación en el usode estos recursos y faltan estrategias mejor diseñadas, para atacar no sola-mente determinadas enfermedades sino para atender todo el gran campode la salud pública.
Por otra parte, a pesar de que el número de conflictos internacionales
ha disminuido en comparación a la época de las dos guerras mundiales delsiglo XX, todavía subsisten conflictos que retrasan el desarrollo y afectan amillones de personas. El Profesor Kissinger ayudó a terminar la guerra deVietnam y hoy en día ese país goza de un acelerado proceso de desarrolloeconómico y social. El expresidente Gorbachov facilitó la unificación deAlemania y lideró una transición pacífica de la antigua Unión Soviética conevidentes beneficios para toda la humanidad. Su trayectoria le mereció elPremio Nobel de la Paz y el respeto y la admiración universal.
En síntesis, si la Comunidad Internacional se comprometiera más a
fondo con el cumplimiento de las metas del milenio, se podrían lograravances más impactantes. En este contexto el Papa Benedicto XVI y la Igle-
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sia Católica, juegan un papel de primer orden en persuadir a los líderes delas naciones, como lo está el profesor Kissinger, de que hay imperativosmorales que deben servir de marco de referencia para la adopción de estra-tegias de desarrollo más efectivas y más equitativas.
La humanidad se alienta y fortalece al oír estas cadencias llegadas des-
de la experiencia, el prestigio y la razón. Se escuchan coros de gratitud enlos espacios.
The Nortriptyline Therapeutic Window: A systematic review Abstract dress variation in study designs and other study-level variables. Background: Some studies have found a curvilin-ear relationship between the nortriptyline plasmaIn thirty-three clinical trials or obser-concentration and the clinical rating of depressionvational studies, some evidence was found for ain those treated. The co
IDENTIFICATION OF PATIENT: The patient is a 34-year-old Caucasian female. CHIEF COMPLAINT: Depression. HISTORY OF PRESENT ILLNESS: The patient's depression began in her teenage years. Sleep has been poor, for multiple reasons. She has obstructive sleep apnea, and has difficulties with a child who has insomnia related to medications that he takes. The patient tends to feel irritable, and has cryin