H-industri@ Revista de historia de la industria, los servicios y las empresas en América Latina Hernán Thomas y Alfonso Buch (coordinadores), Actos, actores y artefactos. Sociología de la tecnología, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2008 (296 págs.). No hay dudas de que al enfrentarse con el estudio y análisis de la economía, la industria y la empresa, la
tecnología se presenta como un factor insoslayable. Fue Schumpeter quien primero advirtió sobre su
relevancia para entender la dinámica de los procesos económicos y quien puso al desnudo la debilidad
que tenía en tal sentido la perspectiva neoclásica. Según este autor, los fenómenos ligados a la
innovación técnica eran los que rompían el equilibrio y generaban las grandes rupturas en los procesos
La brecha en la teoría que abrió el economista austríaco legitimó la consideración de la tecnología
como tema de interés de los economistas. No obstante, hubo que esperar hasta los años setenta y los
ochenta para que dicho interés pudiera desarrollarse en una nueva línea de estudios. Surgió así la
economía evolutiva promovida por R. Nelson y S. Winter y una serie de investigaciones por parte de
autores como G. Dosi, C. Perez y C. Freeman, entre otros, enrolados en lo que se ha denominado
economía neoschumpeteriana. Ambas corrientes de estudios se incluirían en una nueva matriz
disciplinar conocida como economía de la innovación.
Desde las ciencias sociales, sin embargo, otra matriz disciplinar ha desafiado a los economistas el
monopolio del tratamiento de los fenómenos tecnológicos desde una perspectiva externa: la sociología
de la tecnología o sociología de la innovación. Su origen también se remonta a décadas atrás. En este
caso, la brecha teórica la inició la obra del filósofo de la ciencia T. Kuhn quien, con su noción de
paradigma científico, abrió paso a la consideración social de las teorías científicas. ¿No era acaso
necesario para el éxito de una teoría el consenso y la unanimidad de un grupo social como la
comunidad científica? Esto dio lugar a los estudios sociales de la ciencia, los cuales a su vez fueron la
antesala del estudio de un fenómeno muy ligado a la ciencia, incluso no siempre fácil de diferenciar: la
tecnología. De esta manera, durante los años ochenta, comenzó a perfilarse con cierta nitidez el campo
de los estudios sociales sobre la tecnología.
¿Cuál sería la divergencia teórica entre economistas y sociólogos de la tecnología? En la cuestión
de los vínculos entre tecnología y sociedad, los primeros parecerían llevar implícito un cierto
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determinismo tecnológico que los segundos rechazan, postulando la interpenetración de los fenómenos
sociales y técnicos. Por otro lado, la economía de la innovación parecería considerar a los fenómenos
técnicos como la consecuencia de fenómenos endógenos a la producción y acumulativos; mientras que
desde la otra matriz disciplinar reconocen la intromisión de fenómenos sociales, culturales y políticos
en la dinámica del cambio técnico como también la posibilidad, en ciertas ocasiones, de desacumular en
materia de conocimiento técnico. Como lo ilustra el caso de Thomas Edison, ser un innovador en
materia técnica no es ser solo un buen tecnólogo, es también ser un buen empresario, político,
El libro aquí presentado incluye justamente una serie de artículos enrolados dentro de la
sociología de la innovación o de la tecnología. Se trata de la traducción por primera vez al español de
tres artículos de The construction of technological sistems. New directions in the sociology and history of technology,
editado por W. Bijker, T. Hughes y T. Pinch, cuya primera edición, publicada por el Massachusetts
Institute of Technology, data de 1989. Obra que es una referencia inevitable para interiorizarse sobre la
sociología del cambio tecnológico. A dichos artículos se agregan uno de Michel Callon, autor que en el
libro en inglés presenta otro trabajo de temática similar; un estudio de H. Bruun y J. Hukkinen
explicando y comparando las distintas corrientes de interpretación sobre el cambio técnico; y, a modo
de cierre, la contribución de uno de los coordinadores de la obra, el investigador argentino H. Thomas.
El presupuesto que parecería atravesar a los distintos autores que participan en este libro es el que
conforma el núcleo de la escuela de la Construcción Social de la Tecnología. El mismo sostiene la
imposibilidad de separar en la sociedad moderna los fenómenos tecnológicos de los sociales,
económicos, políticos y culturales, una idea que abonan con la metáfora de la sociedad entendida como
“un tejido sin costuras”, donde “lo social se construye tecnológicamente y lo tecnológico se construye
socialmente”. Ello deriva en consecuencias relevantes para entender, por ejemplo, el fenómeno
tecnológico en el ámbito de la empresa o la industria. Por ejemplo, cuando una firma impone
determinada tecnología: ¿Es consecuencia de su eficiencia en relación a algún procedimiento
alternativo? ¿O de la capacidad política o económica de los actores de imponerla al resto de la sociedad?
Cuando una empresa adapta o incorpora una tecnología extranjera: ¿En qué medida la misma traduce
elementos políticos, económicos y sociales de un determinado momento histórico? ¿Tiene un artefacto
o un proceso técnico-industrial el mismo significado para todos los actores sociales? Si no es así: ¿Por
qué se impone uno de ellos sobre los demás?
El primer artículo es un trabajo de coautoría entre dos de los principales referentes del
construccionismo social de la tecnología, Trevor Pinch y Wiebe Bijker, donde se analizan la
contribución que mutuamente pueden ofrecerse los campos de la sociología de la tecnología y de la
ciencia. Aquí se ilustra empíricamente el caso de la invención de la bicicleta a fines del siglo XIX. Si
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bien en la superficie puede parecer un fenómeno irrelevante para entender los procesos tecno-
industriales que abordamos como historiadores de la industria o la empresa, los autores postulan
conceptos que son de importancia para abrir la caja negra del fenómeno tecnológico, entre ellos las
nociones de grupos relevantes, flexibilidad interpretativa y clausura y estabilización.
El segundo artículo es autoría exclusiva de Biejker, donde se desarrolla una investigación empírica
sobre la invención de la bakelita en base a los aportes teóricos que se anuncian en el primer artículo del
libro. Se agrega además un nuevo concepto: el de marco tecnológico. Dicho artículo es sin duda de gran
utilidad pero su cabal aprovechamiento requerirá un gran esfuerzo de lectura y comprensión por parte
del lector. Es posiblemente el más árido de todos.
El tercer capítulo pertenece a un historiador de la tecnología, el norteamericano Thomas P.
Hughes. El aporte teórico que realiza este autor es el de sistema tecnológico, consecuencia de haber
estudiado el origen y evolución de los sistemas eléctricos en Estados Unidos y Europa. Hughes
descubre que los grandes cambios tecnológicos que marcaron el siglo XIX y XX no pueden entenderse
como fenómenos aislados sino como grandes sistemas en el que se articulan elementos técnicos y otros
que no lo son en un sentido estricto: instituciones, gobiernos, empresas, bancos, centros educativos,
consumidores, etc. ¿Con qué lógica evolucionan dichos sistemas? ¿Pueden encontrarse en ellos
diferencias de estilos tecnológicos? He aquí algunas preguntas que pueden ser también de utilidad para
los estudios de historia de la empresa o de historia industrial.
El ingeniero y sociólogo francés Michell Callón es el autor del cuarto artículo. Aquí se presenta el
concepto de redes tecno-económicas, noción clave dentro de la Teoría del Actor Red que sostiene el
autor junto a otro estudioso francés, Bruno Latour. Callon no distingue entre procesos técnicos,
sociales, políticos o culturales. Para evitar esta distinción postula la noción de actor en la cual pueden
incluirse tanto elementos humanos como no humanos. Así el cambio tecnológico sería la consecuencia
de la agencia de emprendedores que serían articuladores de grandes redes cuyos nodos los conforman
actores heterogéneos: textos científicos, ingenieros, laboratorios, instrumentos, instituciones políticas,
El siguiente artículo es un intento de revisión teórica, análisis crítico y posibilidades de
complementación de los abordajes teóricos sobre el cambio técnico que se realiza desde la sociología
del cambio técnico por intermedio de Callon y Bijker, y de la economía de la innovación por intermedio
del pensamiento de la economía evolutiva y neoschumpeteriana. Más allá de advertirnos sobre los
puntos débiles y fuertes de cada perspectiva teórica, el texto nos permite acceder a una presentación
sintética de ellas, fenómeno útil para abrirnos camino en su comprensión. Para un lector novel, sería
quizás conveniente iniciar la lectura por este capítulo.
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Hernán Thomas es el autor del último capítulo donde se repasa nuevamente los aportes del
constructivismo social a través del análisis de los conceptos fundamentales formulados por sus
principales referentes: Bijker, Hughes y Callon. La comprensión profunda sobre los mismos junto a su
experiencia de investigador y estudioso del fenómeno del cambio técnico local, le permiten a Thomas
elaborar nuevas nociones teóricas que, además de incrementar el repertorio teórico sobre el cambio
técnico, posibilita una mejor comprensión de la naturaleza de los procesos tecnológicos en sociedades
periféricas. No hay dudas que lo de Thomas es un fenómeno a destacar. Son pocos los casos de
académicos argentinos que además de contribuir a su campo disciplinar con investigación empírica
sobre procesos locales puedan también hacer aportes originales en el plano de la teoría. No obstante,
quizás por cuestiones de espacio, el autor no es muy generoso, sobre todo para quien quiera iniciarse en
el campo disciplinar, en la explicitación de estos conceptos. Quizás el desarrollo de un par de páginas
presentando una breve evidencia empírica que los ejemplifiquen ayudaría a su mejor comprensión.
Por formación o deformación profesional, quienes nos dedicamos al campo de la historia no
siempre estamos predispuestos al esfuerzo de una lectura de carácter teórico. Esta quizás sea una
diferencia con los sociólogos y los economistas, nuestros vecinos en los estudios sociales. Además, cabe
advertir, el lector se encontrará aquí con una obra densa y de no fácil lectura. Sin embargo, el esfuerzo
invertido retribuirá generosamente. Si parte de nuestros objetivos como historiadores es abrir la caja
negra que a menudo significan la empresa y la industria, los recursos conceptuales proporcionados por
este libro nos ayudarán significativamente, en la medida que nos permiten problematizar y analizar un
proceso clave que se da en el interior de toda organización productiva. Por otro lado, si aceptamos el
precepto schumpeteriano que la dinámica económica está pautada por el cambio técnico, será también
de provecho para los historiadores económicos en un sentido más general.
Por último, no sin ánimo de provocar a la comunidad local de historiadores de empresas, sería
pertinente a esta reseña terminar con un interrogante epistemológico: ¿En qué medida la historia de la
tecnología, por un lado; y de la empresa e industria, por otro, pertenecen a distintas matrices
disciplinares? ¿No habrá un importante campo de intersección entre ellas que puede beneficiarnos
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