I. Claves para entender las discapacidades
Pese a los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
para definir con precisión los estados de salud, enfermedad y discapacidad, asícomo los factores contextuales que facilitan o dificultan la integridad funcio-nal y la participación social, la forma como entiende la población estos con-ceptos es muy diversa y ni siquiera los expertos logran ponerse de acuerdo.(1)A continuación ofrecemos algunas claves para aproximarnos al fenómeno: enprimer lugar, aludiremos a las transformaciones históricas que han tenido lugaren el campo que nos ocupa; en segundo lugar, haremos una breve referencia alcaso español, recogiendo las principales políticas adoptadas en esa materia;por último, ofreceremos un cuadro comparativo de la situación en la UniónEuropea a partir del Panel de Hogares aplicado por EUROSTAT en 1996. 1.1. De los enfoques tradicionales al modelo de la Organización Mundial de la Salud(2)
La historia de cómo se han abordado las deficiencias físicas o psí-
quicas en las diversas culturas conocidas, desde la antigüedad hasta el pre-sente, es ilustrativa de la pluralidad de puntos de vista en torno a unas limi-
(1) Las definiciones propuestas por la OMS no se aplican con los mismos criterios en los países europeos. Hasta ahorahan sido vanos los esfuerzos de los organismos internacionales para poner de acuerdo a los gobiernos en torno a unsistema de clasificación y unas definiciones homogéneas que permitan una comparación internacional. (2) Seguimos en este apartado los análisis realizados por Colectivo Ioé y CIMOP (1998): Discapacidad y trabajo enEspaña, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (IMSERSO), Madrid.
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taciones aparentemente objetivas, como la ceguera, el retraso mental o laesclerosis de los huesos. En general, los historiadores plantean que ha habi-do grandes transformaciones en los modelos de tratamiento, si bien en cadaetapa histórica han coexistido las actitudes de apoyo y de rechazo hacia laspersonas afectadas, que frecuentemente dependían de la posición socioeco-nómica de las familias, reforzándose los cuadros de exclusión en los hoga-res más pobres.
La transformación más importante tuvo lugar cuando se dio el paso
de un enfoque mágico-religioso a otro técnico-secularizado. El primer enfo-que prevaleció en todas las culturas antiguas –hasta la Grecia clásica–, fuehabitual en la Edad Media europea –hasta el Renacimiento– y todavía pervi-ve –más o menos agazapado– en las actitudes y prácticas de una parte de lapoblación. Para explicar la locura o los grandes trastornos físicos o sensoria-les se recurría a la intervención de poderes sobrehumanos que de ese modoponían a prueba o castigaban a los seres humanos por algún mal cometido;en consecuencia, el tratamiento oscilaba entre el recurso a remedios quehabían demostrado su eficacia en casos similares (normalmente mediante lamagia y la intervención de brujos o chamanes, pero también mediante masa-jes, baños, hierbas, etc.) y la postración pasiva y culpabilizada ante unos sín-tomas que eran objeto de rechazo y a veces de muerte (el infanticidio de losniños afectados por deficiencias fue habitual en bastantes culturas).
El enfoque técnico-secularizado explicó las discapacidades como
resultado de algún accidente, es decir, eran fenómenos naturales que reque-rían una terapia adecuada, lo mismo que las demás enfermedades. La medi-cina naturalista de Grecia fue la precursora de esta corriente de pensamien-to, con Hipócrates como figura clave, que llegó a Europa a través de Españade la mano de los árabes: «el reencuentro de Europa con la tradición natu-ralista griega se produce a través de España, puente de transmisión de la cul-tura árabe, y, más concretamente, a través de las instituciones manicomialesque en esta época se van a crear siguiendo la tradición de los sanatoriosmentales de Fez, Metz, Bagdad y el Hospital Mansur de El Cairo».(3) Losprimeros psiquiátricos con un enfoque rehabilitador establecidos en Europa
(3) Aguado, A. L. (1995): Historia de las deficiencias, Escuela Libre Editorial, Madrid, pág. 80.
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se crearon en Valencia (1409), Zaragoza (1425) y Sevilla (1436). En estasinstituciones se aplicaban tratamientos orientados a la reinserción social delos pacientes, entre los que se podían encontrar rudimentos de psicoterapiay laborterapia, educación especial de sordomudos y ciegos, etc. El huma-nismo renacentista reforzó estas tendencias, y las instituciones manicomia-les, de dimensiones reducidas y orientadas a la rehabilitación, se expandie-ron por toda Europa.
Sin embargo, la orientación de esta revolución humanista en el tra-
tamiento de las discapacidades se llenó enseguida de sombras. El interna-miento se masificó, dando lugar al hacinamiento, y las tareas terapéuticasse sustituyeron por la custodia y cronificación de los atendidos. Como ana-lizó magistralmente Foucault, en los siglos XVII y XVIII se abandonó la con-cepción religiosa de la enfermedad, pero «se fabricó la locura» y las primi-tivas cadenas se sustituyeron por correas y control panóptico.(4)
Entre fines del siglo XIX y la II Guerra Mundial se produjeron impor-
tantes progresos en la identificación y explicación de muchos trastornos,que se relacionan tanto con factores físicos (bioquímicos, traumáticos operinatales) como psíquicos (formas de aprendizaje o de socializacióninfantil). Además, los gobiernos se implicaron más activamente en favor dela atención educativa y asistencial de las personas con discapacidades, sibien prevaleciendo el etiquetamiento y una política más bien paternalista(protección social a través de pensiones) que reforzaron la dependencia delas instituciones y nuevas formas de discriminación social y laboral.
Por último, en la segunda mitad del siglo XX se produjeron nuevas
transformaciones que ponían el acento, sobre todo, en el origen social de lasdiscapacidades y, como correlato, en la prevención, la rehabilitación y lainserción comunitaria. Frente a la intervención individualizada tradicional yel internamiento en los casos más graves (psiquiátricos), ahora se favorecenlos centros de salud y los servicios comunitarios; y frente a los «centrosespeciales» de educación o trabajo, se defiende la inclusión y normaliza-ción escolar y laboral con los apoyos necesarios. Por su parte, las personas
(4) Foucault, M. (1976): Historia de la locura en la época clásica, F.C.E., México.
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con discapacidad y sus familias se constituyen como movimiento social ogrupo de presión cada vez más activo, a través de asociaciones, para defen-der sus derechos.
A lo largo del siglo XX, el liderazgo en este campo pasó de Europa a
Estados Unidos, donde se produjeron importantes progresos en el estudio ytratamiento clínico de la deficiencia mental que luego se expandieron al res-to de las deficiencias. En especial, se han desarrollado sistemas de inter-vención que tratan de evitar el efecto estigmatizante de un enfoque bio-médico y asistencialista, para lo que se conjugan dos principios:
1. Las discapacidades deben definirse en su contexto social concre-
to (no sólo ni principalmente a partir de tests o pruebas médicas).
2. Los servicios de diagnóstico y rehabilitación deben definir con
precisión tanto las limitaciones como las capacidades de estas personas,con vistas a establecer los medios que deben aplicarse para su reinserción.
En definitiva, los enfoques más actuales tratan de desplazar el eti-
quetado tradicional, que se establecía en base a parámetros objetivos nomodificables, por un diagnóstico de los elementos que concurren en cadacaso y de los apoyos que necesitan dichas personas para conseguir la mejorinserción posible. El movimiento People First («las personas primero»)condensó esta crítica al etiquetado tradicional mediante un eslogan bien elo-cuente: «Etiquetad las latas, no las personas».
En la actualidad estos nuevos elementos conviven con los heredados
del pasado y también con diversas contra-tendencias, como la burocratiza-ción y mercantilización de ciertos servicios, o los recortes presupuestariosque reducen los apoyos económicos y profesionales imprescindibles y nofacilitan la inserción social de las personas con discapacidades. Por otra par-te, algunas de las principales transformaciones, como la proliferación decentros de salud y equipos multiprofesionales, las medidas de integraciónescolar y laboral, etc. han experimentado un desarrollo cuantitativo impor-tante, aunque con frecuencia no han dado los resultados esperados por suspromotores.
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En cuanto a la definición de las discapacidades, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) dio un paso de gigante en 1980, al establecer unaClasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías,en continuidad con la Clasificación Internacional de Enfermedades quedicho organismo venía fijando desde 1893. Se trataba de establecer un siste-ma común a nivel mundial para clasificar los efectos de las enfermedades ylos accidentes, así como sus repercusiones en la inserción social de los indi-viduos. Tales efectos y repercusiones fueron clasificados por la OMS en unasecuencia tripartita: deficiencias, discapacidades y minusvalías,(5) que reco-gemos en el cuadro 1.1 y se pueden definir así:
ESQUEMA CONCEPTUAL DE LA OMS PARA CLASIFICAR LAS DISCAPACIDADES (1980) ENFERMEDADES Y ACCIDENTES Recuperación Efectos negativos duraderos de la salud (DISCAPACIDADES) Deficiencias Discapacidades Minusvalías
(5) El concepto discapacidad/disability se utiliza en castellano y en inglés tanto para referirse a la segundaconsecuencia de los efectos de la enfermedad (incapacité en francés) como al conjunto de las tres secuencias (handicapen francés). Esto introduce en las lenguas inglesa y castellana, a diferencia del francés, una equivocidad en el uso deltérmino que hay que resolver en cada caso teniendo en cuenta el contexto en que se emplea. Las otras dos secuenciasde los efectos de la enfermedad tienen conceptos propios en los tres idiomas: deficiencia/impairment/déficience yminusvalía/handicap/désavantage.
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• Deficiencia. Cualquier pérdida o anormalidad de una estructura o
función anatómica, fisiológica o psicológica. Las deficiencias representantrastornos a nivel orgánico.
• Discapacidad. Cualquier restricción o ausencia de la capacidad
funcional para realizar actividades cotidianas en la forma o dentro del mar-gen que se considera normal para un ser humano. Las discapacidades repre-sentan trastornos funcionales a nivel de la persona.
• Minusvalía. Desventaja social que experimenta una persona como
consecuencia de las deficiencias y discapacidades, lo que limita o impide eldesempeño de un rol que es normal en función de su edad, sexo y otros fac-tores culturales. Esto quiere decir que dos personas con idéntica discapaci-dad pueden tener o no minusvalía en función de que encuentren o no barre-ras para insertarse en su medio social con normalidad. Las minusvalíasrepresentan trastornos o problemas a nivel de la inserción en la sociedad.
Las deficiencias y las discapacidades permitían establecer una cla-
sificación objetiva y jerarquizada, sin que influyeran apenas en su defini-ción factores sociales o culturales. Sin embargo, las minusvalías respon-dían a otra lógica clasificatoria que no dependía de los factores o atributosdel individuo, sino de las circunstancias que rodeaban a la persona. Unamisma discapacidad podía dar lugar a cuadros de minusvalía en un contex-to cultural y en otro no; incluso dentro de una misma sociedad, esa disca-pacidad podía provocar más minusvalías entre los hombres que entre lasmujeres, o afectar en mayor medida a los pobres que a los ricos; hasta podíadarse el caso de que dos personas con similares características y del mismocontexto social dieran lugar o no a minusvalías en función de las estrategiasque desplegaran para insertarse en la sociedad, es decir, dependiendo decuál fuera su actitud para hacer frente a sus discapacidades.
En 2001, la Organización Mundial de la Salud revisó la clasificación
de 1980,(6) ampliando el concepto de discapacidad a cualquier alteración enla condición de salud de un individuo que puede generar dolor, sufrimien-
(6) Organización Mundial de la Salud (2001): Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad yde la Salud (CIF), Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid.
■ CLAVES PARA ENTENDER LAS DISCAPACIDADES
to o interferencia con las actividades diarias. La nueva clasificación inclu-ye tanto los aspectos positivos como los negativos en relación con los esta-dos de salud y haciendo referencia expresa a los factores contextuales queinfluyen en el funcionamiento de la salud y en la realización personal de losindividuos con discapacidades. Los cambios operados son importantes:
• La clasificación de 1980 se planteaba como complementaria de la
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) y definía la discapaci-dad como un efecto negativo duradero de las enfermedades (incluyendo eneste concepto los traumas y los accidentes). En cambio, la reciente Clasifi-cación Internacional del Funcionamiento de la Salud (CIF) trata de com-pletar al CIE en otro sentido: ambas clasificaciones se refieren al estado desalud de las personas, en un caso haciendo el diagnóstico de enfermedades,trastornos y otras condiciones de salud (CIE) y en el otro el funcionamientotanto de los estados de salud como de discapacidad.
• La discapacidad se define ahora en estrecha relación con los com-
ponentes de salud y con los factores contextuales –personales y ambienta-les– que influyen y condicionan la calidad de vida: «La discapacidad estádefinida como el resultado de una compleja relación entre la condición desalud de una persona y sus factores personales, y los factores externos querepresentan las circunstancias en las que vive esa persona. A causa de estarelación, los distintos ambientes pueden tener efectos distintos en un indi-viduo con una condición de salud. Un entorno con barreras, o sin facilita-dores, restringirá el desempeño/realización del individuo; mientras queotros entornos que sean más facilitadores pueden incrementarlo. La socie-dad puede dificultar el desempeño/realización de un individuo tanto porquecree barreras (por ejemplo, edificios inaccesibles) o porque no proporcioneelementos facilitadores (por ejemplo, baja disponibilidad de dispositivos deayuda)».(7) De este modo, se pasa de una concepción más bien estática a unaconcepción dinámica de las discapacidades como un estado de salud nega-tivo, a evitar tanto por la vía preventiva (condiciones ambientales y actitu-des personales) como procurando la mayor rehabilitación funcional y reali-zación social posible de las personas afectadas.
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• Las alteraciones de la salud, en términos de estados funcionales, se
siguen llamando discapacidades y abarcan tres niveles que siguen una lógi-ca parecida a la clasificación anterior: el corporal (deficiencias en la estruc-tura corporal), el individual (limitaciones en la actividad del sujeto) y elsocial (restricciones a la participación social en términos de igualdad conlas personas del entorno).
El cuadro 1.2 recoge la estructura de la nueva Clasificación Interna-
cional del Funcionamiento de la Salud (CIF) que incluye de una forma diná-mica la definición de las discapacidades. Tanto las políticas sociales comoel registro de las personas afectadas tendrán que acomodarse a partir de aho-ra a la nueva clasificación. CLASIFICACIÓN INTERNACIONAL DEL FUNCIONAMIENTO DE LA SALUD (CIF) ESTABLECIDO POR LA OMS EN 2001 ESTADOS RELACIONADOS CON LA SALUD FUNCIONAMIENTO FACTORES CONTEXTUALES Ambientales DISCAPACIDADES Deficiencias Limitaciones en la actividad Personales Restricciones en la participación ARRERAS / OBSTÁCULOS B
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1.2. Evolución de la política española sobre discapacidades
La introducción en España de las tendencias que acabamos de des-
cribir se produjo a la zaga de otros países europeos. En especial, los añoscuarenta y cincuenta del siglo XX supusieron para las personas con discapa-cidad, lo mismo que para otros sectores de la sociedad española, un perío-do de involución o estancamiento que hizo recaer sobre las familias el pesode la atención a las personas afectadas por graves deficiencias o bien resta-bleció fórmulas ya obsoletas de segregación crónica y ordenada de los casosmás graves, como eran los centros psiquiátricos de aquella época. Más ade-lante, en los años sesenta y setenta se inició una relativa apertura interna-cional y un incipiente despegue del Estado social, paralelo al crecimientoeconómico, lo que trajo consigo un notable(8) aunque disperso desarrollolegislativo en materia de atención a personas con discapacidad. Asimismo,data de aquellas décadas la fase más expansiva de las asociaciones de afec-tados que paulatinamente se coordinaron entre sí y crearon una trama deapoyo mutuo y de presión ante la administración pública.
Un acontecimiento clave en este proceso fue la promulgación de la
Constitución democrática de 1978 (en especial el art. 49, que reconoceexpresamente el derecho de las personas con discapacidades a su «completarealización personal e integración social») y, cuatro años después, la Ley deIntegración Social del Minusválido (LISMI). La nueva legislación exige algobierno una política activa de integración social de las personas con disca-pacidad (prevención, tratamiento y rehabilitación) a fin de que puedan dis-frutar de todos los derechos constitucionales, si bien la LISMI establece des-de el principio una distinción significativa: «completa realización personal ytotal integración de los disminuidos en sus capacidades físicas, psíquicas osensoriales» y «asistencia y tutela para los disminuidos profundos». Esta dis-tinción supone el reconocimiento de que la plena realización personal sólo
(8) Entre otras medidas, la Ley de Bases de la Seguridad Social (1963) previó la creación de centros piloto para larehabilitación de personas con discapacidades, y en 1964 se organizó la Escuela Nacional de Terapia Ocupacional. En1970, un decreto del gobierno estableció un cupo del 2% para trabajadores con minusvalía en las empresas de más de50 empleados, y en 1974 se celebró en Madrid la Conferencia MINUSVAL-74 donde se utiliza por primera vez eltérmino «minusválido» para referirse genéricamente a todos los grupos afectados.
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es posible para una parte del colectivo, mientras que los «disminuidos pro-fundos» serán destinatarios de medidas protectoras especiales. Se abren asídos vías de inserción para las personas con discapacidad; una que respondeal criterio de rehabilitación y normalización y otra que se basa en políticasde etiquetado y protección especial. En la práctica, como veremos, se darámás importancia al «sistema público de protección social y económica»(Título V de la LISMI) que a la «rehabilitación e integración laboral» de laspersonas con discapacidades (Títulos VI y VII de la citada ley).
El sistema oficial vigente en España para clasificar a las personas
con minusvalía se diseñó en 1984 y, en principio, pretendía acomodarse alconcepto de «minusvalía» elaborado por la OMS cuatro años antes. Sinembargo, el baremo se basa casi exclusivamente en medir objetivamente lapresencia y grado de «deficiencias» y no en un diagnóstico de los agravan-tes sociales (culturales, económicos y ambientales) que entorpecen unainserción social sin discriminaciones. En consecuencia, se produce unamedicalización de la política de discapacidades que implica considerar la«minusvalía» como una característica presuntamente objetiva e inmodifica-ble de los sujetos diagnosticados como tales. A diferencia de lo que ocurrecon otros sistemas clasificatorios, el certificado de minusvalía no se plan-tea como punto de partida para dejar de serlo, es decir, para llegar a superarcon las ayudas institucionales oportunas la discriminación que se padece,sino como el reconocimiento de una situación irreversible de limitación.
Desde una perspectiva histórica, las políticas específicas basadas en
esta forma de entender y gestionar la «minusvalía» se corresponden con laspautas etiquetadoras y asistencialistas de principios de siglo. Sin embargo, laúltima transformación operada en el campo de las discapacidades, que fueasumida por el reciente Plan de acción integral para personas con discapa-cidad (1997-2002), prima los principios de rehabilitación y normalización y,por consiguiente, las llamadas políticas activas a fin de lograr una integra-ción social satisfactoria de dichas personas.(9) Desde esta clave, las limitacio-nes funcionales derivadas de las deficiencias no se consideran una anorma-
(9) Instituto Nacional de Servicios Sociales (1976): Plan de Acción para las Personas con Discapacidad, 1997-2002,Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid.
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lidad sino, más bien, una diferencia (como tantas otras que existen entre laspersonas) que no tiene por qué impedir una inclusión social normalizada. Las políticas sociales deberían orientarse en tal caso, no a sancionar la impo-tencia y aliviar con ayudas y pensiones vitalicias esa supuesta «incapacidad»intrínseca de la persona, sino a corregir las barreras, prejuicios y otros fac-tores que tienen como efecto dificultar o impedir su inserción social. 1.3. El contexto europeo. La inserción laboral de las personas con discapacidades
Todos los países de la Unión Europea aceptan las orientaciones
generales de la Organización Mundial de la Salud así como las directrices yprogramas de las Naciones Unidas relativas a las personas con discapacida-des. En especial, las políticas nacionales de los años ochenta y noventatomaron como principal referencia el Programa de Acción Mundial para losImpedidos, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en1982 y que proponía expresamente «la participación plena de los individuoscon discapacidad en la vida social, con oportunidades iguales a las de todala población».(10) Sin embargo, las estadísticas de los diversos países pre-sentan conceptos y metodologías diferentes que hacen muy difícil la com-paración internacional y la planificación de políticas generales comunes. Lapropia Comisión Europea ha planteado la necesidad de una informaciónestadística y demográfica, elaborada con criterios homogéneos, que permi-ta conocer la prevalencia de personas con discapacidad en los países de laUnión y, en particular, su grado de inserción en el mercado laboral.(11)
Contamos, no obstante, con una encuesta aplicada por encargo de
EUROSTAT en catorce de los quince países comunitarios (Suecia quedó almargen) que permite aproximarnos con relativa fiabilidad a los principalesparámetros de las personas con discapacidad y de su inserción laboral.(12)El Panel de Hogares de la Comunidad Europea se aplicó en tres oleadas
(10) El texto del Programa de Acción Mundial, así como el desarrollo normativo de los países europeos y de lasorganizaciones internacionales, puede consultarse en Muñoz, S. y De Lorenzo, R. (dir.) (1996): Código europeo de lasminusvalías, Escuela Libre Editorial, Madrid. (11) Comisión Europea (2000): Towards a barrier free Europe for people with disabilities, Comunicación 284. (12) EUROSTAT (2001): Disability and social participation in Europe, European Comission, Luxemburgo.
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(1994, 1995 y 1996) a unas 60.000 familias que incluían aproximadamente130.000 personas mayores de 15 años. A continuación ofrecemos el perfilresultante para España en relación a los otros países europeos y a la mediacomunitaria, basándonos en la encuesta de 1996 (muestra de 107.294 perso-nas, de ellas 12.579 en España).
El porcentaje de personas con discapacidad severa o moderada en
edad laboral (16-64 años) es bastante menor en España (9,9%) que en elconjunto de la Unión (14,5%). Sólo presentan una situación mejor otros dospaíses del sur: Italia (7,8%) y Grecia (8,2%), siendo los países del norte, yPortugal, los que registran porcentajes más elevados (Finlandia, Dinamarca,Alemania, Gran Bretaña, Holanda y Portugal tienen entre el 18% y el 23%).
Si nos limitamos a las personas con discapacidad severa,(13) que supo-
nen un tercio de quienes se encuentran en edad laboral, España comparte conGrecia la cuarta mejor posición (3,3%), después de Italia, Irlanda y Austria. Los países con mayor proporción de discapacidades severas son Portugal(7,5%), Finlandia (6,2%) y Francia (6%). La media comunitaria es del 4,5%.
Por sexos la frecuencia de discapacidades es ligeramente mayor en
las mujeres que en los hombres, tanto en España como en el conjunto deEuropa. En cambio, cuando los trastornos son severos, los hombres presen-tan, también en ambos casos, una frecuencia algo mayor. Por tramos deedad, la frecuencia de personas con discapacidad se incrementa a medidaque avanza la edad, siendo España el país con mayor aceleración en estesentido: antes de los 30 años las personas con discapacidad en España sontres veces menos que la media comunitaria para aproximarse poco a poco ysobrepasar la media europea a partir de los 60 años (véase el gráfico 1.1).
Si tenemos en cuenta que las discapacidades que sobrevienen a las
personas adultas tienen su origen en las enfermedades y los accidentes,habría que deducir que las condiciones de vida y de trabajo en España sonmás nocivas para la salud y producen más accidentes graves que en el res-to de la Unión. Lamentablemente, los datos sobre accidentes y estado de
(13) El Panel de Hogares incluye en este grupo a quienes se encuentran afectados severamente en actividades de lavida diaria debido a un problema, enfermedad o discapacidad de carácter crónico.
■ CLAVES PARA ENTENDER LAS DISCAPACIDADES
PERSONAS CON DISCAPACIDADES EN ESPAÑA Y EN LA UNIÓN EUROPEA En porcentaje
Fuente: Elaboración propia a partir del Panel de Hogares de la Comunidad Europea 1996 (EUROSTAT, 2001).
salud en los diversos países se elaboran con metodologías diferentes quedificultan en parte corroborar esta afirmación. No obstante, de las estadís-ticas elaboradas por EUROSTAT se deduce que España ocupa el primerlugar de la Unión en siniestralidad laboral(14) y uno de los puestos más altosen accidentes de tráfico.(15) Asimismo, las personas mayores de 15 años queresiden en España son, después de las de Portugal, las que tienen una per-cepción más negativa de su propia salud,(16) siendo el país más consumidorde tabaco, después de Grecia, y uno de los que menos gasta en salud porhabitante, sólo por delante de Grecia y Portugal.(17)
(14) Un estudio comparativo de los 15 países de la Unión Europea sitúa a España como el país con mayor porcentajede accidentes de trabajo (7% de los trabajadores en 1998, por una media comunitaria del 4%) y en tercera posición porla tasa de accidentes mortales, después de Portugal e Irlanda. Dupré, D. (2001): Les accidents du travail dans l’UE1998-1999, Communautés Européennes, EUROSTAT. (15) EUROSTAT (2000): Road Traffic Deaths, en Regions. Statistical Yearbook. (16) El 13,1% considera que su estado de salud es malo o muy malo, mientras que la media comunitaria es del 8,8%. Eurostat (1999): Vue statistique sur l’Europe. Données 1987-1997, Comission Européenne, Luxemburgo, pág. 38. (17) Ibídem, págs. 44 y 72.
LA INSERCIÓN LABORAL DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDADES
La inserción laboral de las personas con discapacidad presenta en
España el perfil más negativo entre todos los países europeos, seguida decerca por Irlanda e Italia (gráfico 1.2). De las personas con discapacidadsevera, sólo tiene trabajo remunerado el 13,1% en España, el 13,7% en Irlan-da y el 15,3% en Italia; entre quienes tienen discapacidad moderada, la peorposición corresponde a Irlanda (27,1%), seguida por España (28,7%) e Italia(29,6%). Se trata de tres países de la Unión con bajas tasas de actividad enla población general, lo que explica en parte que sean también los que menosfomentan el acceso al empleo de las personas con discapacidades.
La media comunitaria de personas con discapacidad severa que tie-
nen empleo es del 24,3%. Los países con tasas más altas son Francia y Por-tugal, precisamente los más próximos al territorio español. España, además,es junto con Italia el país europeo que presenta una mayor discriminaciónde género en el acceso al empleo: las mujeres con discapacidad severa nosólo son las que registran una menor proporción de ocupadas (9%), sino lasque se encuentran a mayor distancia en términos relativos de la tasa de hom-bres ocupados del propio país (16,6%). En el conjunto de la Unión tienenempleo el 27,9% de los hombres con discapacidad severa y el 20,5% de lasmujeres. Sólo en tres países, Dinamarca, Reino Unido y Grecia, las mujeresestán más ocupadas que los hombres (tabla 1.5 del Anexo estadístico).
Según el Panel de Hogares de la Unión Europea, las personas con
discapacidad en España son –después de las de Portugal– las que tienenniveles de formación más bajos. Tan sólo el 10% de quienes tienen trastor-nos severos y el 13% de quienes los tienen moderados han superado el nivelde educación secundaria (cuatro veces menos que la media europea: 39% y49%, respectivamente). Los niveles académicos más altos corresponden aAlemania y Holanda, donde dos tercios de las personas con discapacidadeshan superado la educación secundaria.
En torno a la mitad de las personas con discapacidad severa en edad
laboral percibe en el conjunto de la Unión Europea pensiones o ayudas eco-nómicas. España se sitúa en este punto en cuarto lugar, con un 56% de pen-sionistas, después del Reino Unido, Dinamarca y Bélgica. En cuanto a los
■ CLAVES PARA ENTENDER LAS DISCAPACIDADES
PERSONAS CON DISCAPACIDAD SEVERA QUE TIENEN EMPLEO REMUNERADO En porcentaje
Fuente: Elaboración propia a partir del Panel de Hogares de la Comunidad Europea 1996 (EUROSTAT, 2001).
que tienen discapacidad moderada, sólo percibe pensiones en la UE la quin-ta parte (21%), siendo España el segundo país con más perceptores (28%),por detrás de Dinamarca. Cabe interpretar estos datos en el sentido de queEspaña favorece más la inserción vía pensiones (aspecto en el que destacaclaramente), que la inserción vía empleo (donde se sitúa en último lugar).
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PAGE 54 / MAY 25, 2008 S C R I P T D O C T O R : M E D I C I N E I N T H E M E D I A Dateline Nigeria (Part 3): Creating Solutions When Despite Public Service Announcements, Ads, & Documentaries, Many Women Were Still Not Seeking Life-Saving Treatment that was created aftera well-meaning health Andrew Holtz, MPH, is a “S ànnu.” former CNN Medical Corresponden
A pooled analysis of two placebo-controlled trials ofdesvenlafaxine in major depressive disorderDaniel Z. Liebermana, Stuart A. Montgomeryb, Karen A. Tourianc,Claudine Brisardd, Gregory Rosasc, Krishna Padmanabhanc,Jean-Michel Germaind and Bruno PitroskydThe efficacy, safety, and tolerability of desvenlafaxineand placebo, respectively; magnitude of effect = – 0.37(administered as desvenlafaxi